Y aquí me he quedado ¡triste! mirando el pincel que aguarda al intuido trazo sobre lienzo blanco preñado por tu ausencia.
Y aquí me he quedado ¡ensimismado! en el viejo cascarón atrapado por la corriente que fluye sin cesar de tu mirada.
Y aquí me he quedado ¡absorto! en la solemne sentencia del roce de tus labios con el aire exhalado en mi retina.
Y aquí me he quedado ¡roto! en la profunda alegría que provoca en mi espíritu tu escurridiza presencia.
Y aquí me he quedado ¡ausente! de mi propio inconsciente el cual se ha largado sin haberlo advertido agarrado a tu mano. Y en ti me he quedado ¡para siempre!, inspirado por voces que pueblan con pasos tu noche despierta.